lunes, 12 de diciembre de 2011

Carrefoules y cañitas

Hay días en que el mostrador de préstamo podría pasar por una caja de un gran centro comercial. Si nos pusieran un uniforme sería tal cual. El lector de códigos de barras tiene tanta actividad que abrasa en las manos. Un préstamo, otro, otro, otro... Y así todo el día.
Hay otros, sin embargo, que podrías salir al bar de enfrente, tomarte una caña y un pincho, dormir una plácida siesta y volver al mostrador de préstamo sin que apareciera ni una sola persona.
Puestos a elegir me quedo con los primeros. Pasan volando y generan tanta cantidad de historias y anécdotas que compensa el "esfuerzo". Incluso, si fuera el caso, llevando uniforme.
Y, además, las cañas y los pinchos mejor en compañía. Se disfrutan y saben mucho mejor.

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