martes, 14 de abril de 2009

Cifras y letras

- Buenas tardes
- Buenas tardes
- Verás, estoy intentado entrar en mi correo y no puedo.
- Bien, quizás el servidor no responda o esté saturado o ...
- Es que ya lo intenté esta mañana y me pasó exactamente lo mismo. Si me pudieras ayudar.
- Si soy capaz, estaré encantado pero entienda que yo no soy técnico informático.
- Claro, pero si eres tan amable...
- Desde luego
Breve paseo desde el mostrador hasta los ordenadores.
- Verás. Meto mi dirección de correo electrónico.
- Perfecto.
- Y ahora, la contraseña. Y ves, no me deja¡¡¡¡¡
- Su contraseña tiene alguna cifra, verdad?????
- Sí.
- Ha probado a encender el bloque numérico????
Por favor, psicólogo de biblioteca ya¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡

miércoles, 8 de abril de 2009

Bolsas de papel para la ansiedad

Situación extraña nº n:

USUARIO: ¿Qué quiere decir que el libro X está prestado?
YO: (Eeeeeeein?) Pues, eso, que está prestado a otro lector
U: No es que...me refiero...si está presado el libro X
Y: (Eeeeeeein?, otra vez) Claro, claro...está prestado
U: Es que no sé si tenéis el libro X...
Y: (Eeeeein?, por tercera vez) Vamos a ver. Concretando, que lo que quiere saber es si tenemos el libro X y si lo tenemos, si está prestado.
U: Eso es...
Y: (busco en Absys) Pues sí el libro X lo tenemos y está prestado. ¿Le hago una reserva?
U: Sí, por favor
Y: (y sin favor, majete) Un momento...(¿qué es esto? No puedo hacer la reserva pero el libro está prestado...Nooo, espero que no...no, no puede ser) Oiga (mentecato), el libro X ¿no lo tendrá usted prestado?
U: Cómo...yo...no sé
Y: Efectivamente, lo tiene usted prestado así que ¿cómo quiere que le haga una reserva de un libro que tiene usted en su casa?
U: Ah, vale!

¿Alguien tiene bolsas de papel para respirar? PSICÓLOGO DE BIBLIOTECA, YA!!

Novedades, sí o sí

Es muy común en todas las bibliotecas tener espacios diferenciados en función de la colección o el tipo de material que albergan. Así, los dvd's suelen encontrarse juntos y lo mismo ocurre con los cd's. De igual manera se procura que los libros ocupen un mismo espacio, organizados y calsificados según las necesidades y características de cada biblioteca.
Con las "novedades" pasa exactamente lo mismo. Se intenta, en la medida de lo posible, que destaquen físicamente, con la intención de que llamen la atención de los usuarios, y como un arma más del marketing, capte o fidelice al máximo de "consumidores".
Sin embargo, existe un grave problema que creo se da en no pocas bibliotecas. El nivel de fidelización es tal, que existen "consumidores" que no conocen el resto de espacios de la biblioteca. Sólamente, y cuando digo sólamente es así, "consumen" este tipo de obras. Hasta tal punto que si cuando vienen a la biblioteca, todos los días 1 del mes (a veces el 30 ó 31 del mes anterior), y no encuentran novedades disponibles rehacen el camino a casa sin nada que leer.
Fenómeno curioso. Yo creo que se debe a dos cuestiones principales:
1. El usuario tiene grima, digámoslo, le da asquete, tener entre sus manos libros que ya han pasado por otras manos
2. El usuario cree que la única zona descontaminada de la biblioteca es la que rodea las novedades y sólo pueden estar a salvo de virus en ese espacio
Desde mi humilde posición hago un llamamiento a estos usuarios: tengan en cuenta el resto de la colección. También son material prestable.
Y, por favor, vengan a por las novedades a partir del día 1 y piensen que hay más usuarios que les gustaría, aunque fuera de vez en cuando, encontrar alguna novedad en las estanterías.

viernes, 3 de abril de 2009

De donaciones y otros tesoros

Toda sociedad deja en manos de otros las decisiones difíciles de tomar, las que no gustan a nadie. El verdugo es esa persona que lleva a cabo las ejecuciones que otros dictan al tiempo que apartan sus limpias manos de la mácula de la sangre. Algo menos escabroso pero con la misma jerarquía de decisión y actuación pasa cuando alguien decide deshacerse de los libros que guarda en casa por cuestiones de espacio. Frecuentemente vemos cómo llegan a las bibliotecas personas que dejan en manos de los bibliotecarios la decisión (frecuentemente muy fácil de tomar) de destruir esas obras porque ellas sinten como una carga moral el hacerlo directamente. Otras, sin embargo, ceden sus obras como tesoros cuya destrucción sería un delito de lesa humanidad y reclaman para ese fondo documental una protección carente, a menudo, de rigor bibliográfico o cultural.

Todo parte del carácter que el imaginario popular ha dado a los libros y del que yo comparto sólo algunos aspectos. Es cierto que durante siglos los libros, sobre todo antes de la aparición de la imprenta, fueron los únicos garantes de derechos tanto privados como públicos y el medio en el que quedaba recogida la cultura en su más amplio sentido. Esos libros solían ser piezas únicas tan sólo reproducidas mediante copias más o men os acertadas. No obstante, la mecanización de los procesos de producción de esas obras (y no voy a hablar de la calidad de los contenidos) han llevado, a mi entender, a considerarlos, salvo raras excepciones, bienes o productos de consumo y, por tanto, con una vida útil que varía dependiendo de la obra y que se puede determinar por estudios bibliométricos de obsolescencia documental.

A este último aspecto se pueden añadir algunas exigencias reglamentarias como la obligación de todo bibliotecario de preservar todas aquellas obras anteriores a la entrada en vigor en nuestro país del Depósito Legal (allá por 1956, si no recuerdo mal). Pero al margen de normativas legales y del más estricto sentido común bibliográfico, los libros, pese a quien pese, tienen un ciclo de vida al fin del cual muchos acaban en plantas de reciclaje de papel. Este es un aspecto que debemos todos entender porque hay una diferencia sustancial entre una edición princeps de Madame Bovary y la 13ª reimpresión en rústica de Angeles y demonios.

Hay conceptos difíciles de cambiar pero que nadie dude de que los primeros amantes de los libros son los bibliotecarios. Otra cosa es la gestión que las administraciones hacen de los expurgos.

jueves, 2 de abril de 2009

Huelga de hambre en Petrer

El punto de desesperación al que debe llegar una persona para detener voluntariamente su alimentación en señal de protesta debe ser verdaderamente increíble porque pone en riesgo la propia vida de quien lo hace. Así que no debe tomarse a broma la decisión de José Ramón Martínez Maestre, bibliotecario de Petrer, de protestar con una huelga de hambre por los horarios de la Biblioteca.

Visto de soslayo parece un poco desmedida la postura pero cuando uno lleva años solicitando que se acuerde un horario consensuado entre la Administración y la parte social que refleje los agravios comparativos entre compañeros (pues eso somos) de la misma corporación y no sólo no se atienden dichas reclamaciones sino que se tira por la vía del impongo y mando un horario que, en el mejor de los casos, anula tu capacidad de llevar una vida ordenada (horarios de comidas, formación, vida familiar, etc.) o, en el peor, acaba en desubicación por los cambios continuos de horarios o problemas gástricos por la ausencia del más mínimo orden en las comidas y a eso le unimos que compañeros del mismo Ayuntamiento tengan un horario definido (algunos compañeros cambian hasta cuatro y cinco veces de horario en un año) y regulado que les permite coinciliar las más básicas pretensiones laborales y privadas e, incluso, con unas retribuciones claramente superiores...pues eso, que entiendo la postura y sólo me queda apoyar a José Ramón desde este blog esperando que el nivel de desesperación de mis compañeros más próximos no llegue hasta ese nivel.