domingo, 1 de marzo de 2009

Fastos inaugurales

Parece ser que los Ayuntamientos se han apuntado nuevamente a la moda de inaugurar bibliotecas, cosa que queda muy bien de cara al ciudadano (sobre todo al que no utiliza estos servicios) y da caché y carácter humanista a la corporación que lo lleva a cabo.

No obstante, no está todo hecho con la inauguración que, frecuentemente, encubre otras actuaciones municipales sino que hay que elaborar bien el proyecto, planificarlo, estudiarlo, elaborar una previsión a medio y largo plazo y, lo más importante, dotarlo económicamente de forma que pueda ofrecer el servicio para el que ha sido realizado el proyecto. En pocas palabras, que de nada vale inaugurar a bombo y platillo una biblioteca que se queda pequeña en menos de un año, con infraestructuras deficientes y que puestos a incumplir, incumple hasta los requerimientos reglamentarios elaborados por los mismos poderes que subvencionan, dotan y asisten a la inauguración para salir en la foto.

Los problemas vienen después cuando ya se han acabado los fuegos artificiales de las inauguraciones y los bibliotecarios y los usuarios de las bibliotecas tienen que intentar armonizar sus intereses. Entonces empiezan las batallas por las horas extraordinarias, el aumento de horas de servicio, los proyectos imposibles de llevar a cabo, los servicios cogidos con pinzas o de escasa calidad, las chapuzas, las prisas, el desánimo, la abulia, la desgana,...pero ¡qué biblioteca tan bonita! ¡Qué colores tiene! ¡Qué chulo el diseño! ¡Enhorabuena señor Acalde! ¡Qué bien queda su nombre en la placa de la entrada junto al del Conseller!

No hay comentarios: