sábado, 11 de octubre de 2008

Tecnología RFID en las bibliotecas

Una de las tecnologías que más aceptación está teniendo últimamente en el ámbito industrial y comercial es la Tecnología de Identificación por Radiofrecuencia. Básicamente se trata de una comunicación inalámbrica a través de ondas de radio en frecuencias que van desde los 9 Khz hasta varios miles de Ghz. En este rango se produce la comunicación entre emisor y receptor. El receptor suele ser una antena o etiqueta que contiene la información y el emisor un lector de esa información.

Existen dos tipos de etiquetas: las pasivas y las activas. Las primeras sólo se activan cuando están dentro del campo de influencia del lector; las segundas contienen una pequeña batería y emiten constantemente una señal de frecuencia de radio. La diferencia entre ambas etiquetas está en el alcance de las mismas, mayor en el de las etiquetas activas. De igual modo, existen etiquetas de sólo lectura y otras reescribibles que permiten modificar la información que contienen sin necesidad de cambiar la etiqueta.

En cuanto a los campos de aplicación de esta tecnología podemos decir que pueden ser todos aquellos campos que requieran una monitorización o trazabilidad del producto (cadenas de montaje, servicios de paquetería, análisis clínicos, almacenamiento, etc.), una identificación única e información sobre contenidos (tarjetas de transporte público, telepeajes de autopistas, control de cabezas de ganado, control de prisiones, etc.) o un control del elemento identificado (control de personal en un edificio, seguridad en el recuento y falsificación de billetes, sistemas antihurto, etc.).

En el caso concreto de las bibliotecas, esta tecnología permitiría, entre otras muchas aplicaciones, la localización de obras fuera de lugar, los inventarios actualizados, el préstamo y devolución por paquetes o bloques y la aplicación al mismo tiempo del sistema de seguridad. También el uso de etiquetas RFID permitiría obtener información sobre la obra tal como un pequeño resumen o materias secundarias o un índice de contenidos o cualquier otro dato que la biblioteca considerase de interés (número de préstamos, fecha de registro, último lector,etc.).

Esto no es ciencia ficción. Existen sistemas ya implementados en bibliotecas (Biblioteca Vaticana, Biblioteca de Munich, Biblioteca de Seattle, entre otras) y archivos que facilitan la labor de control, búsqueda y localización de ejemplares aportando una calidad al sistema que de otra forma requiere un esfuerzo humano muy difícil de llevar a cabo y sobre todo muy costoso.



Tarda un poco pero merece la pena

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