miércoles, 3 de septiembre de 2008

En el caos no hay error

Yo no sé si a vosotros y vosotras os pasa pero a mi me frustra un montón la ordenación de estanterías. Lo digo de verdad. Te pegas una paliza de dos horas arreglando los libros del 7 o del 6 (y no hablemos de los infantiles) y a la hora está todo otra vez patas arriba, como si no hubieras hecho nada, vamos. Así que tienes que volver a empezar si es que tienes tiempo de hacerlo porque si no, lo dejas una semana hasta que vuelves a tener tiempo y cuando te pones ya no estás dos horas arreglando estanterías, estás cuatro.

A todo esto se han ido sacando novedades del 7 o del 6 a cascoporrillo porque este año hay subvención y hay que aprovechar o porque el ministerio se ha puesto a editar morralla como si fuera la última vez y ha mandado unas cuatrocientas cajas a cada biblioteca. Como además no existe una política de expurgo ni nada que se le parezca y seguimos con la deontología bibliotecaria decimonónica de guardar todo lo que tenga letras, pues nos encontramos que hay más libros que estanterías.

Eso supone un motivo más para que los libros no estén nunca ordenados. Así que, resumiendo, un número de visitantes elevado, adquisiciones masivas sin selección previa y ausencia de expurgos planificados y periódicos suponen, junto a un sistema de ordenación más inflexible que un cabo furriel chusquero, suponen que cada vez que me levanto para buscar un libro vaya hacia la estantería cruzando los dedos para encontralo en su sitio. Bueno, a lo anterior se suma la ausencia de inventarios periódicos adecuados y nuestra propia incapacidad para prestar y devolver adecuadamente el material, pero eso es historia para otro post.

Un intento de solucionar los problemas de ordenación son los centros de interés que, además de facilitar al usuario la localización de materiales diversos con un contenido temático similar, no obliga, dado su carácter reducido de "sub-colección", a mantener un orden escrupuloso dentro del mismo. El documento en cuestión estará una leja más arriba o más abajo pero dentro del centro de interés. Bueno, este sistema empieza a presentar los mismos problemas cuando se multiplican los centros de interés o cuando éstos se hacen muy grandes ya que mantienen su clasificación sistemática interna.

Un sistema muy de ciencia ficción (o no tanto, que estamos en el s. XXI) es el de identificación por radiofrecuencia (3M tiene un sistema de este tipo). De acuerdo con este sistema, cada libro o documento de la biblio llevaría una etiqueta RDF con una codificación única para que ese documento fuese localizado por el lector de etiquetas RDF. Bueno, ¿esto qué supone? Pues que, en cuanto a la localización del libro, da prácticamente igual dónde esté el libro pues el lectro o receptor del código RDF lo localiza esté donde esté. También tiene otras ventajas como realizar préstamos y devoluciones masivas de documentos (el sistema de códigos de barra requiere lecturas secuenciales) o la posibilidad de mantener un inventario actualizado. También evita la necesidad de tener un sistema antihurto independiente, con una sola etiqueta RDF vale. Bueno, otro día escribiré un post dedicado a este sistema.

En fin, que hay cosas diferentes a la escotada CDU (que también da para varios posts) que no somos capaces de recordar ni los que trabajamos en esto, no digamos los usuarios, pero de cualquier forma, yo creo que hay que buscar un equilibrio entre el personal suficiente para mantener el orden de la colección y un sistema menos encorsetado que el actual que permita una ubicación más flexible de los documentos en las estanterías. Esto o el fondo cerrado, que tampoco es ninguna tontería. Seguiremos hablando de ordenación.

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